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Hoy tengo el placer de contribuir en una serie titulada "Cartas para un Mundo Mejor", una iniciativa propuesta por
.En cada carta, un escritor distinto responde a la pregunta “¿Qué cambio personal has hecho que crees que podría beneficiar al mundo si todos lo adoptaran?”
Puedes encontrar la recopilación de cartas aquí o al final de este artículo.
Para la Carta #5 nomino a
.La montaña que todos subimos
Hay un proverbio zen que cuenta cómo diferentes personas suben una misma montaña, sin embargo, en cada ladera hay una estación distinta: primavera, verano, otoño e invierno.
Cuando preguntas a cada uno de los escaladores cuál es la mejor forma de subir la montaña, todos dan recomendaciones contradictorias. Uno dice que el camino está helado, por lo que lo más importante son botas y un buen abrigo; otro, que hace calor y no hay agua, sin falta hay que llevar una cantimplora y ropa ligera; el que sube por la primavera te aconseja que vigiles con el polen, y el que lo hace por el otoño que lleves comida porque ningún árbol tiene frutos.
Todo el mundo tiene razón y nadie la tiene.
Algo parecido pasa en nuestras vidas, todos queremos ser felices, sentirnos realizados, mirarnos al espejo y sentirnos orgullosos de nosotros mismos, pero no todos lo podemos alcanzar haciendo exactamente lo mismo. Hay muchas diferencias entre nosotros: los genes que hemos heredado, la educación que hemos recibido, el entorno en el que vivimos o los complejos que arrastramos. Subimos la misma montaña, pero por laderas diferentes.
Dicho esto, y respondiendo el reto de esta carta, el cambio por el que lucho cada día (no puedo decir que lo haya conseguido aún), y que creo que beneficiaría al mundo si todos lo adoptaran, es el siguiente:
Entender que nuestra vida no es como la de los demás, por lo que no debemos juzgarlos, ni tampoco intentar parecernos a ellos.
Dora la ornitóloga
Conocí a una mujer, Dora, que había dejado un trabajo bien pagado en la ciudad para ir a un pequeño pueblecito a trabajar de cajera media jornada. Podría parecer un fracaso para cualquier otro, pero ella había tomado la decisión de forma consciente. El racional era el siguiente: Le apasionaba la ornitología y quería dedicarle tiempo a este hobby, pero se conocía lo suficiente para saber que convertirlo en una profesión le hubiera restado motivación. También reconocía que no le interesaban demasiado el lujo y las comodidades, ni tenía una gran ambición laboral. Así que con su media jornada ganaba lo suficiente para vivir en un pequeño apartamento fuera de la ciudad, que es donde le interesaba estar, y al mismo tiempo le permitía dedicar la otra mitad del día a su afición. Todas las tardes iba con los prismáticos alrededor del lago a ver pájaros, y los fines de semana hacía visitas guiadas ornitológicas con las que ganaba un dinero extra; así la conocí yo.
Probablemente te estés comparando con Dora y estés pensando: yo soy más feliz, he conseguido llegar más lejos, o mi vida es más interesante y no me cambiaría por ella. Pero la pregunta correcta no es si su vida te gusta o no, sino si tú has elegido la tuya tan conscientemente como lo ha hecho ella.
Dora ha logrado llegar al mismo pico que muchas otras personas han alcanzado con sus éxitos profesionales o formando una familia: Tener la vida que la hace feliz. El destino es el mismo, pero el camino ha sido muy distinto, y por ello es fácil caer en el error de juzgarla.
Las “buenas” decisiones
Puedes no entender las decisiones de otra persona y no por ello significa que su juicio sea erróneo.
Es fácil mirar las buenas decisiones que hemos tomado en nuestra vida y evaluar a los demás en base a si ellos también las han tomado o no. Pasamos a todo el mundo por el filtro de lo que nosotros hemos hecho bien. Pero que las cosas nos hayan salido bien no solo depende de las decisiones que hemos tomado, sino de muchas otras variables que escapan a nuestro control.
Valoramos positivamente al escalador que sube por la ladera veraniega con unas botas de clavos porque a nosotros nos fueron útiles al escalar tu ladera helada, y criticamos a los que llevan chanclas porque nunca tuvimos que usarlas.
El mejor lugar para observar estos prejuicios es en una empresa, hay personas que son felices dedicando doce horas al trabajo mientras otras quieren salir temprano. Las primeras consideran que es una suerte esforzarse por proyectos que les motivan, las segundas creen que la suerte es pasar más tiempo con su familia o sus aficiones. Ambas mirarán al otro con recelo, “no sigue el camino adecuado”; sin embargo, la montaña es la misma: tener una vida que te haga sentir realizado, y cada uno lo consigue por medios diferentes.
Cuando nos comparamos con los demás el resultado siempre es el mismo, pensamos que el otro está tomando la decisión equivocada porque no es la misma que tomamos nosotros. Sin embargo, la conclusión correcta es que el otro está subiendo la montaña desde una ladera que nosotros desconocemos.
Conocernos más y cambiarnos menos
Nos pasamos la vida luchando por ser la persona que queremos ser, y no nos damos cuenta que ya somos la persona que debemos ser, aunque no estemos donde queremos estar.
En vez de mirar el pico de la montaña, miramos el camino y la equipación de los demás escaladores e intentamos imitarlos, pero nosotros no tenemos las mismas condiciones que ellos, así que se nos hace difícil estar en medio de la nieve con unas bermudas.
No solo malgastamos energía intentando cambiarnos cuando no es necesario, también dejamos pasar oportunidades por no estar atentos a lo que nuestro entorno nos ofrece. A menudo porque perdemos el tiempo quejándonos de nuestra mala suerte y envidiando las condiciones climáticas de los otros lados de la montaña.
Sin embargo, si nos centramos en quién somos y no quién queremos ser, podemos usar el entorno y la equipación que nos ha tocado a nuestro favor para generar oportunidades favorables y alcanzar el pico.
En vez de esforzarnos por cambiar, deberíamos centrarnos en conocernos mejor a nosotros mismos. Para hacerlo hay cuatro reflexiones que te pueden ayudar:
¿Qué nos motiva? ¿Qué hacemos durante horas sin que nadie nos lo pida?
¿Qué queremos alcanzar? ¿Por qué hacemos lo que sea que estemos haciendo con nuestra vida?
¿Qué es lo que se nos da bien y qué no? ¿De qué nos puede servir?
¿Qué ventajas y dificultades tenemos en nuestro entorno? ¿Podemos evitarlas?
Quizás al hacer estas reflexiones te des cuenta de que no te interesa tanto conseguir ese ascenso en la empresa, ser rico, sociable o famoso, aunque si no te conoces lo suficiente y solo te centras en los demás, probablemente estos sean los logros que acabes persiguiendo.
Resumen para gente sin tiempo
No te evalúes por haber alcanzado más o menos logros, en cambio, piensa si has elegido tu vida conscientemente. Y tampoco juzgues a los demás por lo que han conseguido, no tiene por qué gustarte a ti, sino a ellos, y viceversa.
Puedes no entender las decisiones de otra persona y no por ello significa que su juicio sea erróneo, quiere decir que está alcanzando los mismos objetivos por otro camino de la montaña.
La clave está en entender cómo eres y las circunstancias que te han tocado para elegir el camino en el que puedas explotar tus fortalezas, y saber dónde estás para saber cómo puedes aprovechar tu entorno.
Cartas hasta el momento:
Carta #1 para un Mundo Mejor de Mario Acevedo Aguilar
Rechazar activamente las tendencias que no benefician al mundo.
Carta #2 para un Mundo Mejor de Christopher Lopez
Poniendo ejemplo.
Carta #3 para un Mundo Mejor de Reina
Dejar (lo más posible) el ego de lado y no tomar las cosas personalmente.
Carta #4 para un Mundo Mejor de Alex Pares
Ni juzgar a los demás ni buscar parecernos a ellos.
¡Es hermoso! Aunque nuestras experiencias varíen, todos estamos en una búsqueda común de sentido y crecimiento, representada por esa montaña 🏔️. Cada uno lleva su propio ritmo: algunos prefieren contemplar el camino y la belleza que los rodea, mientras otros eligen correr y llegar pronto. Hay infinitas posibilidades, y todas son válidas y perfectas, siempre y cuando seamos auténticos y fieles a nosotros mismos.
Estupendo aprendizaje.
Seríamos mucho más felices si comprendiéramos que cada felicidad es diferente, gracias por compartir.