Cómo retener lo que lees

Un método de estudio eficiente

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Cuando hablamos de aprendizaje hay una habilidad que está por encima de cualquier otra: Estudiar. Absorber, procesar y recordar información es lo mínimo que debe suceder para mejorar en cualquier cosa. En esta edición recojo algunos trucos efectivos para estudiar mejor.

Tres conceptos para estudiar mejor

Poca información y de más calidad

Ernst Jünger decía que no es la cantidad de libros que leemos lo que importa, sino la profundidad con la que nos sumergimos en cada uno de ellos. Hoy en día nos seduce lo opuesto, crece la fiebre por leer más y peor. Lo vemos en las redes sociales, que se llenan de trucos para leer más rápido, leer un libro diario o resúmenes de libros en diez minutos.

Sin embargo, si nuestro objetivo es aprender, probablemente es más beneficioso leer (y releer) diez libros con atención en toda una vida que mil de cualquier manera.

La lectura no es una carrera por terminar la mayor cantidad de libros posible, sino un camino de descubrimiento personal y enriquecimiento interior.

Italo Calvino

Justamente por ese motivo es importante elegir bien los libros, leerlos lentamente y dejarlos rápidamente si no son lo que esperábamos.

Hace poco me hice miembro de la biblioteca polymata de Val Muñoz. Un interesante proyecto con la filosofía de leer menos y mejor. La idea es leer los 50 libros más relevantes para comprender el mundo. De Val también he extraído algunos de los consejos que dejo más adelante.

¿Merece la pena aprender de mayores?

Aunque asociemos el estudio con la etapa escolar o universitaria, el aprendizaje sigue teniendo un impacto importante a lo largo de nuestra adultez por varios motivos.

El primero es que en la actualidad tenemos que adaptarnos a los constantes y rápidos cambios, generados principalmente por la brecha tecnológica. Por ello debemos aprender continuamente nuevas materias si no queremos quedarnos obsoletos. Cuando nada cambia, aprender no es tan necesario como cuando todo cambia constantemente.

Aquí, tienes que correr a toda velocidad para poder permanecer en el mismo lugar, y si quieres desplazarte a otro … ¡Entonces debes correr el doble de deprisa!”.

Alicia en el país de las maravillas

El segundo es que, al contrario de lo que se pensaba no hace tanto tiempo, de mayores continuamos manteniendo un grado de plasticidad cerebral. La plasticidad cerebral es la capacidad del cerebro de modificar su estructura en base a las experiencias que hemos vivido, es decir, de aprender.

Esto se demostró con un interesante estudio (entre otros) en el que se vio que los taxistas experimentados de Londres tenían los hipocampos más desarrollados que el resto de la población. Los hipocampos son los responsables de la memoria y la orientación. Que los taxistas los tuvieran más desarrollados quería decir que habían cambiado su estructura cerebral al ejercer su profesión, es decir, en edad adulta.

El tercero es que aprender de mayores estimula la reserva cognitiva. La reserva cognitiva podría simplificarse como la capacidad del cerebro para tolerar mejor los efectos de patologías asociadas a la demencia. Un estudio demostró que las personas con mayor reserva cognitiva tenían un 39% menos de probabilidades de desarrollar alzheimer.

Diferentes tipos de lectura

No es lo mismo leer para entretenernos que leer para aprender. Ambos objetivos necesitan métodos distintos.

Sabiendo esto parece obvio que no siempre necesitamos recordar lo que leemos. Muchas veces la lectura es un pasatiempo, como cuando leemos una novela. En estos casos no tiene sentido aplicar los consejos de este artículo, es mejor disfrutar y no preocuparse por lo que seamos capaces de retener.

Otras veces queremos extraer todo lo posible de la lectura, en estos casos no podemos leer del mismo modo que leeríamos una novela, necesitamos un método más adecuado.

Es decir, podemos leer de dos formas: en piloto automático, que es fácil y agradecido, o concentrados, que lógicamente requiere más esfuerzo pero tiene su recompensa, ya que recordaremos mejor. A continuación encontrarás siete consejos para leer concentrado y retener los aprendizajes.

Consejos para retener mejor lo que leemos

1. No seas fetichista con los libros

Lo primero que debemos hacer es romper los tabús de lo que se puede y no se puede hacer con un libro. Nos han dicho que los tenemos que cuidar pero más importante es usarlos. De modo que, cuando quieres aprender, lo más sensato es subrayar, escribir y doblar las páginas. El objetivo no es la conservación centenaria del libro, sino extraer el conocimiento.

Tampoco idealices el proceso de lectura, deja el libro si no te está gustando o sáltate capítulos cuando el tema no te interese. No tienes que leerlo de inicio a fin ni tampoco tienes que llegar a la última página para sentir que has cumplido tu objetivo. Como hemos dicho, la meta no es acabar el libro sino aprender de él.

Rompe la cronología que propone el autor. Un buen truco es leer el último párrafo de cada capítulo, donde a menudo lo resumen entero, para hacerte una idea general del libro, y a partir de ahí ir profundizando en los capítulos en el orden que más te interese.

2. Mira reseñas antes de comenzar

Por tres motivos:

1. Entender lo mejor y lo peor del libro. Mira las reseñas que están en los extremos (una estrella o cinco estrellas), de este modo podrás evaluar si aceptas lo peor o si te interesa lo mejor del libro. Por ejemplo, puedes descubrir que las peores reseñas hacen referencia a que la lectura es demasiado básica, sin embargo, si es un tema desconocido para ti probablemente sea un punto a favor.

2. Mejorar la motivación. Cuando hemos leído o visto varias reseñas solemos tener ganas de comenzar a leer. Funciona mejor cuando son reseñas de alguien a quien respetamos.

3. Construir los fundamentos del conocimiento que necesitas para sacar más provecho de la lectura. Mirar un par de buenas reseñas te permite estructurar las ideas principales del libro, de este modo comenzarás a leer con un esquema mental en el que ir ubicando cada nuevo conocimiento. Lo cual, a su vez, ayuda a recordar mejor los aprendizajes.

3. Resume cada página en una frase

Esta es una buena forma de evitar entrar en piloto automático, ya que tener que resumir te obliga a esforzarte por recordar lo que acabas de leer, entenderlo y reformularlo con tus propias palabras.

Lo primero que notarás es que leerás más lento pero más concentrado. Lo segundo es que requiere mucho esfuerzo, y aquí está el truco, cuanto más esfuerzo necesitamos mejor recordamos.

Puedes resumir la página en el margen de la misma, de este modo también te ayudará en el futuro a encontrar conceptos de forma rápida o a revisar de un vistazo las principales ideas del libro.

4. Ten una conversación ficticia con el autor del libro

Cuando tenemos una conversación con un amigo lo normal es que por cada cosa que nos explique nosotros pensemos sobre ella, conectándola a otra información que tenemos guardada en nuestro cerebro, para acabar respondiendo una opinión, haciendo una pregunta o simplemente contando una idea a la que nos ha recordado. Lo que estás haciendo es unir tu conocimiento actual al nuevo conocimiento que recibes, y esto es bueno tanto para recordar mejor como para formar un criterio.

Sin embargo, como un libro es unidireccional evadimos esta mentalidad, dejando de buscar en nuestro conocimiento actual para pensar qué decir luego, y nos centramos únicamente en entender lo que leemos. Justamente esto es lo que debemos cambiar, queremos que la lectura sea como tener una conversación con el autor, hacerle preguntas, darle nuestra opinión y explicarle a qué nos recuerda lo que nos está contando; porque el proceso de conversar requiere más reflexión y pensamiento crítico.

De nuevo, un método para hacerlo es escribir al margen de cada página, ¿qué le querrías decir al autor después de lo que te acaba de explicar? Cuéntaselo.

5. Evoca todo el conocimiento que acabas de aprender

Como explica Hector Ruiz Marin en su libro Aprendiendo a aprender, las estrategias de aprendizaje que realmente funcionan están basadas en elaborar y evocar. Para poder decir que hemos aprendido, no solo debemos ser capaces de almacenar la información en nuestro cerebro, también tenemos que poder recuperarla cuando la necesitamos. A este proceso de recuperar la información se le llama “evocar”, y al hacerlo durante las sesiones de estudio nos ayuda a memorizar mejor el contenido. 

Un ejercicio para evocar es escribir en una hoja todo lo que has aprendido. Otra opción sería dibujar un mapa mental o explicar a otra persona (o a ti mismo) lo que acabas de leer.

Es importante que no recurras al libro mientras estás evocando la información. Forzarte a recordar es lo que te permitirá memorizarla mejor. Si miras el libro, estás evitando el esfuerzo y, como hemos dicho antes, más esfuerzo equivale a recordar mejor.

6. Vuelve a recordar al cabo de un día y de una semana

La curva del olvido nos enseña lo rápido que nos olvidamos de cualquier concepto aprendido, especialmente si no hacemos el esfuerzo de recordarlo durante los próximos días.

Para evitarlo, puedes evocar de nuevo lo aprendido un día después y una semana después. Por supuesto, si tienes tiempo y ganas puedes añadir más repeticiones.

Tres ideas para hacerlo:

1. La forma más divertida, es explicar lo aprendido a tus amigos y mantener un debate sobre el tema, de esta forma vas recuperando la información y exponiéndola desde diferentes ángulos durante la charla y además descubres otros puntos de vista.

2. Otra idea amena es crear contenido para compartir como un artículo, un post de redes sociales o un podcast.

3. Y, aunque es un poco más aburrida, si no quieres complicarte simplemente puedes coger una hoja y hacer un resumen de todo lo que recuerdas.

7. Evalúate por el objetivo correcto

Prioriza el interés durante la lectura en vez del tiempo de lectura o las páginas leídas. Si algo no te interesa salta unas páginas o simplemente cambia de libro. Si lo necesitas, ve más lento para entenderlo mejor.

Al final de la lectura, se trata de haber entendido nuevos conceptos, y para eso es más importante satisfacer la curiosidad que ser exigente con cómo o cuánto lees.

Como dice Naval Ravikant, el número de libros completados es una métrica de vanidad. A medida que sabes más, dejas más libros sin terminar. Enfócate en nuevos conceptos con poder predictivo.

Si te interesa, encontrarás otras frases inspiradoras de Naval Ravikant sobre la lectura en este post de

César Duarte

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8. Puntúa cada capítulo al acabarlo

Daniel Kahneman demostró que nuestra percepción sobre una experiencia pasada es falsa. Cuando recordamos la satisfacción que nos ha producido una experiencia no hacemos la media de la satisfacción de cada momento, sino que estamos fuertemente sesgados (entre otras cosas) por el último momento.

Una anécdota que explica Daniel Kahneman es la de dos pacientes (A y B) que pasaron una colonoscopia. Mientras que el paciente B había sufrido mucho más durante la colonoscopia, el momento en el que terminó fue un momento de poco dolor. Mientras que el paciente A, que tuvo una experiencia menos desagradable en general, la operación fue concluida en un momento de dolor agudo. El paciente A recuerda que su experiencia fue peor que el paciente B, aunque sabemos que en realidad no es así.

Esto quiere decir que al acabar el libro es muy probable que lo evalues por el último capítulo, o incluso la última página, y no por lo que realmente te ha parecido el libro entero. Es decir, que tu percepción de si un libro es bueno o malo al acabarlo depende más de la última reflexión que te ofrece que de lo que realmente te ha aportado.

Para evitar esto puedes evaluar cada capítulo por separado justo al acabarlo, poniendo una nota al final del mismo. De este modo al terminar el libro tendrás una media mucho más precisa de lo que realmente te ha parecido.